Ese es el problema, que la oficina de los rojiblancos parece ser la enfermería. Un cambio casi imposible de rechazar para un Federer que parecía despedirse para siempre de Nike. Es tan difícil, y si no que se lo digan a Lecomte, vivir a la sombra de Oblak esperando a ver si algún día te cae alguna migaja que hacer que nadie se acuerde de Jan cuando te llega la hora de suplirlo.
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